Ápice

Ápice es una serie de 9 pinturas en las que Bernardo Falconi explora la imposibilidad de significar a la sexualidad humana. El artista intenta mostrar la añoranza de des-individuación en los afectos implícitos en la relación sexual y a su vez el anhelo de retorno al cuerpo materno-femenino como espacio “oceánico”. Este concepto tratado en sus pinturas también fue tratado en Mahana No Atua (el día de Dios) por Paul Gauguin, pintura en la que se representan los diferentes estados de maduración (sexual) e individuación del ser humano. En esta pintura el plano del trabajo y la adultez son conectados ─a través de la diosa Hina─ con el plano pre-subjetivo de la niñez uterina, el nacimiento y posterior adolescencia. Se conjugan entonces la sexualidad madura, su represión y la sexualidad infantil y pre-subjetiva desinhibida por medio de la divinidad de la diosa Hina, a quien se le brinda ofrendas y sacrificios.

En Ápice, lo sagrado y lo sexual también se interconectan, pues los elementos sacrificiales como la sangre menstrual o el parto de un bebé son vertidos y depositados directamente sobre la tierra que florece fecunda; los rostros de dos individuos besándose se convierten en uno solo y la textura de la piel de los protagonistas de estas pinturas, es representada porosa, con líneas entrecortadas que no delinean completamente el contorno de la figura. Ápice toma a la naturaleza como escenario y motor del amor universal, potenciador de una unidad que cuestiona a la impenetrabilidad de la superficie corpórea y la integridad yóica.

Andrés Marcial Coba

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